Nuestro país padeció durante los aciagos años 1980 al año 2000, el periodo más violento que haya podido evidenciar en sus doscientos dos años de vida republicana. Aparecieron entre las tinieblas dos organizaciones tan sanguinarias que no dudaban en asesinar a mansalva personas inocentes: por un lado, de las ideas del marxismo-leninismo-maoísmo pensamiento Gonzalo, la organización pekinesa terrorista de Sendero Luminoso con sus líderes como Abimael Guzmán, Augusta La Torre y otros integrantes del Buró Político, responsables de más de treinta mil muertes orquestados por su demencial Ejército Guerrillero Popular; y por el otro lado, de las corrientes marxistas-leninistas-guevaristas-castristas, la organización Movimiento Revolucionario Túpac Amaru por sus siglas MRTA.
Mientras en esos inicios tan aciagos Sendero desangraba al país, esta organización igual de brutal aparece, cuyo primer accionar fue atacar una comisaría en el distrito de Villa El Salvador en el verano de 1982; hacia 1983, el intento de atentar contra marines estadounidenses que residían en el país a modo de venganza por la participación en el conflicto de Granada. Es también en ese año, que empezaron con la ola de secuestros para extorsionar a los familiares y así repotenciarse, además de los asaltos a las entidades bancarias.
Con todo ese dinero, reclutaban a más subversivos, obtenían más armas para así poder arrinconar al país; mientras que a los cautivos, en una pesadilla cuyo destino era incierto, como lo ocurrido con el empresario David Ballón Vera, asesinado en 1992. Otro de los crímenes perpetrados por el MRTA eran las tomas de ciudades por más de noventa y seis horas, los magnicidios y la toma de embajadas.
Víctor Polay Campos, alias camarada Rolando, al igual que su brazo ejecutor, el Frente Nororiental integrada por Peter Cárdenas, Lucero Cumpa, Miguel Rincón, entre otros, fueron detenidos por la DIRCOTE. Sin embargo, para 1995 y 1996, otro de los fundadores asume la dirección del MRTA: Néstor Cerpa Cartolini, responsable del intento de la toma del Congreso de la República hasta que en diciembre de 1996, junto a otros catorce terroristas asaltan la residencia del embajador japonés, Morihisa Aoki quien aquel martes 17, celebraba el sexagésimo sexto aniversario del natalicio del Emperador Akihito.
Durante la noche de la crisis, todas las mujeres fueron liberadas, incluyendo una pieza clave para ellos, la propia madre del mandatario Alberto Fujimori. La intención de la organización al hacer la toma buscaban la liberación de cuatrocientos cincuenta y tres terroristas, el cambio monetario y un impuesto de guerra a modo de reparación, solicitudes totalmente inaceptables.
En paralelo, el Comando Conjunto, designó a sus mejores soldados entrenados para estos casos, como los egresados de la Escuela de Comandos y miembros de la Brigada Nº 19. Entre los ciento cuarenta y ocho comandos destacan hombres que dieron su vida a sangre y fuego: José Daniel Williams Zapata (actual congresista), Luis Rubén Alatrista Rodríguez (fallecido el 26 de noviembre de 2022), Raúl Cruz Jarama (perdió su pierna en el operativo), Juan Valer Sandoval y Raúl Jiménez (fallecidos en la operación), entre otros comandos.
Durante ciento veintiséis días, entrenaron con profesionalismo evitando que las pérdidas humanas sean elevadas; además, se evaluó al milímetro el tiempo exacto para ingresar por todos los flancos. El tiempo requerido: cuarenta y un segundos. Tras una serie de negociaciones, los terroristas liberaron a más rehenes hasta quedarse con setenta y dos, todos ellos en estado de supervivencia pero además, analizando cada paso de sus captores que gracias a los micrófonos implantados por el Servicio de Inteligencia se pudo saber lo que ocurría dentro.
Así, cuando las situaciones estaban dadas, se dio la orden de ingresar:
—Comandos, tengo el control, tengo el control. Vamos a cuenta: 5, 4, 3, 2, 1…
En cuestión de segundos, los explosivos C4 abrieron forados en las paredes para el ingreso del personal de dominación de inmueble. Durante el rescate, la adrenalina se hizo latente con disparos y explosiones. Un escenario que queda registrado en la historia del país.
Desafortunadamente, dos comandos y un rehén fallecieron, el vocal Carlos Giusti. Pero luego de tan exitoso rescate, empezaron las persecuciones, los juicios con estigma de asesinos, hasta que en 2017, el gobierno del expresidente Pedro Pablo Kuczynski les otorga el mérito de Héroes de la Democracia. A pesar de dicho reconocimiento, el año pasado, el nefasto gobierno de Pedro Castillo, los excluyó colocando a otras personas e incluso en un intento de conocer, señalaron que el batallón se llamaba Chavín de Huántar, cuando en realidad ese es el nombre de la operación; el nombre del batallón se llamó Patrulla Tenaz.
Los años pasarán y aquellos personajes que dieron su vida por la pacificación, no puede quedar en el olvido. Hombres de Honor, hombres que entregaron su vida con gallardía. O como dijera Juan Valer en su carta guardada en su chaqueta encontrada luego de su fallecimiento: Toca a mi Patria y me transformo en una fiera, y si tengo que luchar hasta la muerte por verte libre y limpia de daño lo haré con tal de mantener nuestra libertad y soberanía.