Compartimos cinco poemas de Catherine Rey Clarke. Sus poemas han sido incluidos en la antología poética “Palabras sin fronteras, fronteras sin palabras” editada por la Biblioteca Central de la Universidad Ricardo Palma (2013 hasta la actualidad). Asimismo, ha publicado sus poemas en la Revista Cultural Casa Usher (2025). Autora del poemario Ruinas Abisales (2021). Cofundadora del colectivo de poetas Vértice de tinta.
i) EVISCERANDO SUEÑOS
La sangre burbujea ante el sonido de las chalanas
ante el trinar de las navajas engrasadas.
La raya aún eyacula en las manos del observador
las hendiduras branquiales palpitan
el aguijón persiste.
Mucosidad defensiva en palmas femeninas.
Este muelle me seduce, me conquista y me posee
con sus tachos rebosantes de residuos putrefactos,
donde aletas vascularizadas, cabezas decapitadas
y miembros fértiles reaniman mis sueños e ilusiones
en arena craquelada junto a malaguas varadas.
No le temo a los silbidos,
a las miradas ávidas de sexo,
ni al coro infinito de Reconchatumadres,
o a los escorpiones tatuados en los cuellos quemados
de los afiladores condimentados con dolor, sal y sol.
Entre rayas águilas evisceradas,
batanas enterradas y guitarras preñadas
me enfrento con nauseas cada día
y lucho vistiendo un traje impregnado de muerte,
envidia y valentía.
ii) JUEGO DE MAREAS
Pleamar de dolores internos
sucesos fraccionados reflejados en las piedras del océano.
Crustáceos peludos sucumben ante la hipoxia familiar
tiburones martillos se desangran ante la falta de sepias
grita un arsenal de anémonas deshidratadas.
Juego de mareas congeladas y templadas,
la sal excita al hombre que no soy
cuando el hombre que no soy
se encalla en su inacabable misión anfibia.
iii) LA TRISTEZA DE TU CUERPO*
El cántaro siempre se rompe en mis manos,
el vaso se derrama en mi mesa con casa luna llena,
ya que los principios que sólo viven en ti
son como peces atrapados confinados
en aquel vaso de agua sucia llamado: “respeto irreal colectivo”.
De día esperamos que algún espíritu incauto y torpe
rompa nuestra condena.
En las noches rezamos porque la lluvia ácida de tu corazón herido
transforme estas paredes de vidrio en campos de cultivos.
Y así, de esa manera,
en este caldo nutritivo y a la vez destructivo vamos creciendo,
desarrollando nuevos mecanismos adaptativos,
amputándonos órganos innecesarios,
creando ambientes ideales,
soñando con nuevas raíces,
llorando los días felices.
Deseamos / flotamos / vivimos y empezamos.
Este ciclo eterno,
del pez, del mar y del recipiente
inmersos en este vaso rebosante de agua sucia,
de agua podrida, de agua tuya y mía.
¡Perfidia! te escuché decir
en gritos que ahogaban tus pulmones de pez…
Yo te miro a través de mis escamas descoloridas
y con un juramente marino te digo:
“Esperemos el día que el cántaro se rompa en mis manos
y el vaso se derrame en mi mesa”.
Escurro mi aleta caudal mordida,
buceo entre mis recuerdos
y escucho a lo lejos una voz:
“en el mar siempre hay libertad”.
Y muero otra vez
en tus manos.
*Ganador del 2do puesto en XX° ”Juegos Florales Universitarios URP”- 2016
iv) MAR TÓXICO
Peces caníbales mutilan un corazón herido,
sólo el embrión más puro yace en tus entrañas de pez desubicado.
La corriente nos jala a corredores inesperados,
donde mandíbulas afiladas esperan tu llegada.
Señuelos bioluminiscentes asemejan la salida de un ciclo directo.
A lo lejos el canto de ballenas jorobadas
repite mantras de fortaleza.
Tú nadas y nadas
sudando las últimas escamas de tu cuerpo
lacerado por armas humanas.
Una bolsa de plástico se enrolla en tu única espina.
El látigo de tu cola se muestra mocha.
Los claspers ensangrentados, pero aún presentes,
erguidos de una manera solemne,
cumplen siempre su misión reproductiva.
Mar de limones y encebollados,
la guerra entre el pez y el humano.
Me rehúso a morir recostada en tu plato.
Los parásitos me salvarán
de este mar intoxicado.
v) AÚN EXISTE EL MAR
“Nos quejamos de los vivos y valoramos a los muertos”
creemos amar, destacar y conquistar
juramos ser decentes, éticos y morales
pero en la calle, al final del día, no somos buenos amigos.
La sangre se derrama en el cemento
los rostros de niños ajenos se cuartean por el frío.
Los perros aúllan mal heridos,
mientras los hombres enlutados pasean perdidos
y todo parece un juego sin sentido.
“Nos quejamos de los vivos
y valoramos a los muertos”
En esta isla artificial llamada: “humanidad”
nos reproducimos sin parar
excretamos plástico y sudamos banalidad.
Pero en momentos fugaces de súbita empatía
recodamos a las tortugas embolsada de la playa.
Aquellas morían ahogadas al clamar:
“¡honestidad, piedad y solidaridad!”
Aún existe el mar.
Sobre la autora
CATHERINE REY CLARKE nació en New Jersey, 1988. Es licenciada en Biología de la Universidad Ricardo Palma (2021) y miembro del Colegio de Biólogos del Perú. Egresada de la maestría de Sanidad Acuícola de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (2023). Ganadora del 2do puesto del género de poesía en los Vigésimos Juegos Florales Universitarios (2016). Ha sido incluida en la antología poética “Palabras sin fronteras, fronteras sin palabras” editada por la Biblioteca Central de la Universidad Ricardo Palma (2013 hasta la actualidad). Asimismo, ha publicado sus poemas en la Revista Cultural Casa Usher (2025). Autora del poemario Ruinas Abisales (2021). Cofundadora del colectivo de poetas Vértice de tinta.


