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“LAS MASAS SE COMBATEN CON LAS MASAS”

In Opinión, Sociedad & Política
enero 24, 2023
Por Miguel Ángel Rodríguez Sosa.

En los años de 1945-46 gobernaba el Perú José Luis Bustamante y Rivero, patricio arequipeño y su presidente del consejo de ministros era Rafael Belaunde Diez Canseco, patricio arequipeño también. Entonces el país vivía un duro enfrentamiento entre el oficialismo centrista católico apoyado por el partido comunista y el partido aprista que se había pasado a la oposición. Es curioso cómo se presentan continuidades perennes en la política. El partido comunista y el partido aprista terminarían traicionando al gobierno cuya elección habían apoyado y en el que participaron incluso con cargos ministeriales. Algo parecido sucede hoy.

Llevando la lucha política al Congreso con una oposición hostil aprista, Rafael Belaunde pronunció una frase célebre, que es de actualidad: “Sólo las ideas se combaten con ideas; las masas se combaten con las masas”. “Don Rafael de las masas” lo apodaron los apristas para denigrar su mensaje.

Poco de original hay en las líneas anteriores de este texto. El episodio del ministro Belaunde lo narra con detalle el asimismo arequipeño Gustavo Espinoza Montesinos –ese tótem apolillado del partido comunista de entonces y de hoy– con su artículo en Nuestra Bandera, un medio partidario, con el título “Perú. Don Rafael de las masas”; fue publicado el 14 de agosto del 2021.

Me ha llamado la atención que Gustavo Espinoza escriba en su artículo una pregunta que adquiere hoy la mayor relevancia: “Habrá que preguntarse si no habrá tenido algo de razón el vocero de entonces [Rafael belaunde]. ¿Será preciso hoy, que las masas se combatan con las masas?”. Punto seguido pone “Veamos” y yo digo: veamos pues.

“Llevando la lucha política al Congreso con una oposición hostil aprista, Rafael Belaunde pronunció una frase célebre, que es de actualidad: “Sólo las ideas se combaten con ideas; las masas se combaten con las masas”. “Don Rafael de las masas” lo apodaron los apristas para denigrar su mensaje”.

El recurso de “las masas” es desde siempre el de las fuerzas políticas que se reclaman representativas de una parte de la colectividad social: una clase, una alianza de clases, una nacionalidad verdadera o impostada. Como en otras partes, en el Perú comunistas, apristas y fascistas han clamado en su trayectoria ser voceros de “las masas”.

Pero desde esos años del decenio de 1940 al presente no solo la política y la “clase política” han decaído. Han sido desvirtuadas y arrasadas por la decandencia de las clases y su reemplazo por “el pueblo de hermanos y hermanas”, “los excluidos y estigmatizados” en los más pueriles mensajes de hoy. Es una clara señal de la decadencia de las costumbres y con ellas de la propia sociedad: los partidos comunista y aprista, como las deletéreas formaciones socialcristianas del ayer son ahora raídos fantasmas como el de Canterville: solamente “cucos” para niños y tontos.

Sin embargo “las masas” han adquirido otra configuración: “la multitud” borreguil y fácil de arrear, manipulable. Los únicos que han entendido bien su nueva importancia son los subversivos del sendero luminoso y con ellos las “ovejas madrinas” de “lapicitos” y otras de esas tropillas en estos días precisamente lanzadas a la violencia “de masas” con balidos tremebundos, piedras, huaracas, palos, neumáticos incendiados y petardos.

Desde el Estado la respuesta represiva es errática e inconsistente, y desde esa amplia mayoría de la sociedad que rechaza la violencia no son eficaces los clamores demandando que las fuerzas del orden se hagan cargo de la situación y consigan que, de una vez por todas, los vándalos encubiertos en esas “masas” se dejen de joder empeñados en destruir el país en que vivimos.

Pero he aquí que surge un fenómeno nuevo que trae al día de hoy el viejo escenario de lucha en el que “las masas se combaten con las masas”. A despecho y seguramente para la confusión y el horrorizado repudio de quienes, como Gustavo Espinoza, preguntaba hace un año y medio: “¿Será preciso hoy, que las masas se combatan con las masas?”.

“Desde el Estado la respuesta represiva es errática e inconsistente, y desde esa amplia mayoría de la sociedad que rechaza la violencia no son eficaces los clamores demandando que las fuerzas del orden se hagan cargo de la situación y consigan que, de una vez por todas, los vándalos encubiertos en esas “masas” se dejen de joder empeñados en destruir el país en que vivimos”.

Y yo reitero: veamos pues. Hace una semana en Puerto Maldonado, luego en Chao, Virú y otros lugares, y ayer nomás en Ica se ha manifestado la respuesta a la aparentemente ingenua indagación. Han hecho su aparición, todavía incipiente pero de gran potencial, “las masas que combaten a las masas” de vándalos azuzados por subversivos que están dañando las economías familiares de millones de trabajadores y productores con bloqueos de vías, asaltos a centros productivos y daños al patrimonio público. Y lo hacen a palazos y pedradas como sus adversarios, que están recibiendo rudas y escarmentadoras cucharadas de su propia pócima.

No es éste un escenario virtuoso pero sí real; muestra la positiva reación de hartazgo violento de los perjudicados por los actores de la destrucción y el caos. Las masas  combatiendo con las masas, pues. Es la lección del día.

Como las fuerzas del Estado no impongan el orden perturbado en el más breve plazo, con mano firme y dura, vamos a experimentar el drama de la confrontación civil entre los que quieren destruir al Perú y quienes lo quieren recuperar para sus proyectos de vida y la seguridad de sus familias. Estoy atento al enfrentamiento y apuesto cuál es el bando que se alzará victorioso. A Gustavo Espinoza tragar de la medicina por él recetada le provocará diarrea y a las mesnadas borreguiles arrreadas por los subversivos no les quedará más que cambiar sus balidos tremebundos por otros lastimeros. ¿A eso vamos?