Saber que los millones de muertos ocasionados por la pandemia podría deberse a un ente que para un sector de la ciencia es considerado un ser vivo y para otro no, es desconcertante, pues demuestra que estamos muy lejos de poder vencer a estos diminutos enemigos de nuestro organismo.
El coronavirus solo cumple dos características básicas en la definición de ser vivo: evoluciona y se reproduce, pero necesita de un hospedador al no tener ribosomas propios. Por lo tanto, el coronavirus no es un organismo celular, con metabolismo, crecimiento y desarrollo, homeostasis, respuesta a estímulos y al medio. Los virus en general no cumplen los criterios que definen a un ser vivo, por lo tanto, son seres inertes.
El primer virus fue descrito por el microbiólogo y botánico soviético Dmitri Ivanovsky en 1892 al investigar una enfermedad que afectaba el tabaco (wildfire). El científico notó que la enfermedad era causada por un agente infinitamente minúsculo capaz de impregnar los filtros de la porcelana, algo que las bacterias nunca podrían hacer. Después de este descubrimiento se han descrito más de 9 000 especies de virus en detalle y se estima que hay millones de tipos en el ambiente.
Los virus son muy simples, están formados por material genético (ARN o ADN), una cápside proteica y, en algunos casos, también una cubierta de lípidos, no poseen genes comunes a todos ellos, por lo que no es posible averiguar su árbol filogenético global, es decir, las relaciones familiares entre ellos y su ascendencia común.
Una publicación reciente de los investigadores Hugh Harris y Colin Hillen en Frontiers in Microbiology refiere que “una perspectiva evolutiva” puede inclinar la balanza en el debate, pues su origen está íntimamente ligado con la evolución de la vida en la Tierra.
Origen y destino
El origen de los virus es incierto, pudieron aparecer en la Tierra antes que las células, pero también pueden ser el resultado de la reducción o degeneración de células, que se simplificaron para adaptarse a la estrecha relación biológica entre dos organismos de diferentes especies (parasitismo).
Si fuera así, serían posteriores al primer organismo celular y anteriores al último antepasado común universal, conocido por sus siglas en inglés LUCA (last universal common ancestor), que es el antepasado común más reciente de todo el conjunto de organismos vivos actuales y fósiles conocidos de bacterias, arqueas y eucariotas.
La hipótesis del escape o de la vagancia postula el origen de los virus es consecuencia de la evolución de genes que rompieron su papel en el interior de las células para adoptar por su cuenta una existencia parasitaria.
En todo caso, su origen está íntimamente ligado con la evolución de la vida y en concreto con la evolución de la vida celular, aunque algunos de ellos compliquen nuestra existencia medrando nuestra salud.
La inclusión o no de los virus entre los organismos vivos también depende de la definición de ser vivo que queramos considerar. Por ejemplo, para la NASA, la vida es un sistema químico autosuficiente capaz de evolución darwiniana, definición que excluye a los virus, ya que no son capaces de replicarse por ellos mismos.
El biólogo evolutivo Richard Dawkins definió la vida como el resultado de la supervivencia no aleatoria de variables aleatorias replicadoras, la cual incluiría a los virus entre los seres vivos. Además, Patrick Forterre, investigador del Instituto Pasteur de París (Francia), es un ferviente defensor de la naturaleza viva de los virus y propone definir un organismo vivo como un conjunto de órganos integrados (moleculares o celulares) que producen individuos que evolucionan a través de la selección natural.
Los virus son seres vivos o acaso los imitan muy bien
Los virus, como vemos que ocurre con el coronavirus y sus variantes, están sujetos a evolución y a selección natural de manera extraordinariamente parecida a cualquier otro ser vivo. Los virus (huéspedes) y las células (hospedadores) coevolucionan mediante una relación antagonista.
Los diferentes virus se pueden agrupar en especies o tipos de virus que están además sujetos a clasificación taxonómica y sistemática en categorías superiores (género, familia, etc.). Al igual que el resto de los seres vivos, los virus almacenan su información genética en estos ácidos nucleicos y comparten un mismo (o muy similar) código genético.
Sí que se reproducen, aunque no por sí mismos, como ocurre con otros organismos parásitos como las bacterias endoparásitas. Los virus han evolucionado y coevolucionado con la vida celular transfiriendo material genético regular con sus anfitriones celulares, probablemente desempeñando un papel fundamental en la evolución celular.
Se ha comprobado que el 8 % de nuestro material hereditario es de origen vírico, un porcentaje muy significativo del material genético humano, según un nuevo estudio, publicado en Science, que además indica que algunos de los fragmentos víricos podrían participar en la regulación de genes importantes para el sistema inmune.
Entonces cómo podemos excluirlos de la vida del árbol de la vida, si son inseparables en la evolución de la vida celular, al menos desde un punto de vista evolutivo. Sin lugar a dudas el coronavirus está vivo en los infectados hasta el día de su recuperación o muerte.