Por Roberto de Olazábal
Reloj sin cuerda,
la pobreza te visita a diario,
susurra excusas, indolente pueblo.
Las dificultades son cosechas que te agobian,
no habrá satisfacción sin nada construido,
solo el reflejo inútil en canciones tristes de ánimos opacos
para carnavales que levantan polvo,
pero el mundo tiembla a los pies de los hacedores,
no de quienes bailan.
Es el Diablo quien sostiene tus párpados,
y la ley del mundo moderno
recalca que la vida no es fácil.
El reposo absoluto es la muerte,
aunque se disfrace de cultura
en esfuerzos quiméricos,
que recaen en indolencia completa,
manifiesta en desidia y falsa rebeldía.
El fatalismo, pueblo, es inercia y pereza.
Buena versa.