Tuve la oportunidad de conocer y entablar una grata conversación con una persona cuya historia me conmovió por lo vivido desde su niñez hasta descubrir un enigma guardado al cumplir la edad madura de cincuenta años, Fabiola Hablützel, autora del libro «La hermana del medio».
Ella es una destacada economista que descubre en el aniversario de su boda que sus padres (peruanos) no eran los biológicos, sino, sus padres eran chilenos: fue una niña adoptada. Y cuando se habla de adopción suena como algo terrible, un estigma de no ser los ‘‘de la familia’’, cuando todos sabemos que padre no es el que engendra, sino el que cría.
La gran mayoría de familias tiene sus propios hijos, engendrados en el claustro materno para ver la luz luego de nueve meses. Sin embargo, por muchos motivos, el bebé es abandonado, teniendo que recibir el estigma esperando si son suceptibles de adopción, engorroso procedimiento que daña a los infantes no poder encontrar un hogar que les brinde amor.
Es comprensible que ahora en estos tiempos, si se hará una adopción, dichos padres han de ser analizados haciéndoles un seguimiento para saber que estará en las manos correctas y no padecer absolutamente nada.
Afortunadamente, ella, a horas de llegar el Año Nuevo de 1970 vio como su madre Amanda, se alejaba quedando a merced del programa de adopción de Santiago. Semanas después, el anhelo de la familia Hablützel-Silva Santisteban los llevó a una hermosa bebé de dieciocho meses de nacida y que su pasado como Elena Jabbaz quedaba atrás para dar el renacer de la niña que toda la familia acogió con amor siendo bautizada con el nombre de Fabiola Mercedes.
El seno familiar es como ella misma lo describe: fue una niña feliz. Sus padres putativos le dieron todo el amor del mundo procurando que salga adelante, que no le pase nada, pero sobre todo, que no se vea afectada si descubriera que fue adoptada… ese día, llegó. Su padre nunca quiso que sepa, porque para él, era su hija y eso era suficiente; el amor de ellos como lo narra en el libro es enternecedor haciendo que uno no pueda contener las lágrimas.
Cuando su madre le comenta lo que se guardó en secreto cincuenta años, le plantea la siguiente pregunta: ¿me vas a dejar de querer? Ella respondió que sí, que todo sigue igual. Lo curioso era que su adopción fue todo un enigma: todos sabían, menos ella; aunque por momentos sospechaba de ello cuando tuvo una discusión en la etapa escolar una compañera trató de ofenderla como si ser adoptado fuese un pecado.
Los años fueron pasando, Fabiola trabajaba en una entidad bancaria viéndose en los ratos libres con su adorada tía Coco, quienes con café en un lado y bocanadas de humo por el otro, las tardes juntas eran únicas siendo su mejor amiga y confidente. Fue ella quien le dijo, en una suerte de adivinanza de qué país era: Fabiola dijo un sinfín de países desde Europa hasta América, más no atinó a su país de origen. Cansada, Coco le dice: eres de Chile. Ella, asombrada. Así que decidió realizar la búsqueda de sus padres biológicos cuya travesía le tomó varios meses.
Un momento particular y como si fuese premonitorio, Fabiola escribió la historia de sus gatitos que eran adoptados. A todos les fascinó su relato prosístico… sin imaginar que tiempo después conocería su verdadera historia. Al inicio lo publicó en Facebook, hasta que decidió plasmarlo en un libro cuyo título la colocó entre dos polos: ubicar gracias a la tecnología a sus hermanos en Chile y Argentina y ella: «La hermana del medio».
En un punto aparte, le deseo a todas las madres y padres/madres que salen adelante día a día para que sus hijos tengan un mejor porvenir así como el inmenso amor que uno ha de brindar cuya felicidad es única.
Estimada Fabiola, en la página 25 de tu libro, unas líneas rezan lo siguiente: Los amigos son la familia que uno escoge. Permíteme decirte que al leer tu historia, ya somos parte de tu familia.
Feliz Día de la Madre.