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MITO Y ASTRONOMÍA EN CHOLITO Y LA SERPIENTE CÓSMICA, DE ÓSCAR COLCHADO LUCIO

In Letras & Artes
diciembre 02, 2024
Por Ricardo Ayllón. Profesional en Derecho por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Con varios libros publicados. Premiado en concursos nacionales de narrativa y poesía. Cursó la Maestría de Literatura Peruana y Latinoamericana y la Complementación Pedagógica en la UNMSM. Dirige el sello Ornitorrinco Editores.

«Escribo cuentos para niños porque me gusta, me nace hacerlo. Creo que fue influencia de mis padres, quienes me contaban cuentos cuando era niño. Mi madre me narraba cuentos orales y mi padre los cuentos y novelas que leía de la literatura universal, como Las mil y una noches, Oliverio Twist, El Conde de Montecristo, las aventuras de Sandokán, etc.», así fundamenta Óscar Colchado Lucio (en una entrevista con la escritora Gladys Flores Heredia) su preferencia por escribir narrativa infantil, género en el que se posicionó como uno de los más visibles representantes en el Perú.

Pero lo fundamentado en estas palabras, permite distinguir, asimismo, las dos vertientes que alimentan a esta narrativa: la literatura oral peruana (principalmente la andina) y el soporte de la literatura escrita. Y esto es verdad, toda su narrativa para niños tiene como apoyo argumental la diversidad de relatos orales, mitos y leyendas que la convierten en una marca distintiva; aunque contando, asimismo, con el respaldo de la literatura universal.

Para el caso específico de su producción infantil es en las aventuras de Cholito donde esto se distingue con mayor nitidez y desde sus primeros libros, tal como ocurre en Cholito en los andes mágicos, donde conviven personajes fantásticos de la mitología andina (el Ichic Ollco, el Supay, la Wayra Warmi, entre otros) con aquella suerte de trasfondo argumental occidental que tienen sus historias, pues, ¿no es acaso una versión peruana de los doce trabajos de Hércules aquellas tareas a las que el Supay obliga a Cholito, al igual que hizo el rey Euristeo con el héroe helénico?, ¿y no es también menos que una coincidencia el hecho de que el cumplir con estos retos sea una condición para que Cholito vuelva a su hogar, a la manera del viaje de retorno de Odiseo a su añorada Ítaca?

Sin embargo, mucha agua bajo el puente y muchos libros han pasado desde las aventuras de Cholito en los andes mágicos hasta el libro que comentamos ahora: Cholito y la serpiente cósmica (Fondo de Cultura Económica. Lima, Perú, 2022 – ilustraciones de Fátima Ordinola), última entrega infantil de Colchado antes de su reciente partida en enero de 2023.

Quien no haya leído nunca las aventuras de Cholito, el niño aventurero que cuenta con la gracia de las deidades andinas, debe saber básicamente que éste, desde el imaginario de su autor, ha aparecido en más de una veintena de libros, y gracias a ellos nos enteramos que el niño es natural del pueblo de Rayán, en la Cordillera Negra (Áncash), tiene como mascota a Lucero, su tierno venadito, y como compañera de aventuras a Floria, una niña de su misma edad.

Cholito, asimismo, ha vivido épicas hazañas en las tres regiones del Perú, luchando contra seres mágicos malignos o la injusticia de hombres explotadores, ayudando a gente indefensa, viajando a tiempos ancestrales, compitiendo en torneos deportivos o confrontándose con deidades de otras latitudes y culturas, tal como ocurre en Cholito y el anillo del nibelungo. Aventura en los alpes. Digo todo esto para entender mejor el contexto de este nuevo título, donde el autor lleva a su personaje a un plano mucho más distante: el cósmico o astral.

En esta ocasión, el muchacho enfrentará a los anunnakis, seres de otra galaxia, que buscan apropiarse del oro que guardan en sus entrañas las cordilleras del Perú; advertido de esto, Cholito recibirá el apoyo de dos aliados, Axel y Xinnia, habitantes del planeta Apu, quienes lo llevarán con él para revestirlo de un campo de fuerza con el que enfrentará a aquellos seres malignos.

¿Pero por qué es que Cholito debe enfrentar a los anunnakis? Porque éstos han secuestrado a su amiga Floria llevándola al planeta Nibiru, e, imposibilitados de conseguir el apoyo del niño, le piden que tome una muestra del lanzón monolítico de Chavín (una deidad cuya energía les impide lograr su perverso cometido); pedido que, obviamente, si el muchacho no cumple, le costará la vida de Floria.

El apoyo de sus amigos del planeta Apu, sin duda, no será suficiente para lidiar contra tan poderosos seres; por eso Cholito busca el consejo de don Alberto Montañez, su padrino, quien le dice que solo la Serpiente Cósmica («quien, por designios del dios wari Wiracocha, no solo une las tres pachas del universo: el arriba, el acá y el abajo, sino también los tiempos: el hoy, el ayer y el mañana») puede ayudarlo realmente.

Lo que viene a continuación, nos permite distinguir lo que ha logrado Colchado en este libro, y no había plasmado en anteriores entregas: unir en su mundo ficcional deidades mítico-andinas (el dios wari Wiracocha y la Serpiente Cósmica o la gran Amaru) con personajes del imaginario extraterrestre. ¿Es esto posible? Obviamente que nada es imposible para la literatura, y menos aun cuando la reflexión sobre el misticismo que encierran estos ámbitos, en apariencia distintos, nos permite encontrar puntos en común.

Según lo vertido en esta historia, si el dios wari Wiracocha puede unificar los espacios y los tiempos del universo, ¿no estamos acaso frente a un tema actual de la ciencia astronómica y de la física cuántica, como es el de la posibilidad de desplazarse en el universo con el dominio de ambas dimensiones (espacio-tiempo)? He aquí que el autor ha encontrado un vértice que unifica mito y ciencia, aprovechándolo para su particular imaginario, e incluirlo en una aventura infantil.

Muchos de los elementos que complementan esta novela son propios del contexto creativo que el autor ha erigido para su personaje, como el lenguaje insertado de modismos quechuas y acciones pertenecientes a la tradición andina (como la invocación a plantas sagradas, el chacchado de coca y el pagapu o pago a la tierra), lo cual nos devuelve a ese Colchado que siempre apostó por la tradición oral como fuente de sus tópicos ficcionales. Es decir, el logro de un estilo narrativo propio, erigido con la convicción de que es la única forma de forjarse una verdadera y legítima identidad literaria.