«Hemos lidiado con violaciones del espacio aéreo del territorio japonés a diario. Las actividades chinas se han expandido en número y nivel. Involucran drones, bombarderos y aviones de reconocimiento. Hay muchos portaaviones activos en esta área», aseguró Masatoshi Tanaka, quien afirmó que han tomado un nuevo sentido de urgencia ante estos sucesos.
Las simulaciones de combate, intercepciones aéreas, respuestas a ataques o misiones de emergencia son las acciones que se vienen tomando en la base aérea ubica en la capital de Okinawa para cortar el paso a aeronaves chinas.
Naha, uno de los principales archipiélagos de Okinawa, está muy cerca ante cualquier conflicto que pueda ocurrir entre China y Taiwán. Esto se ha convertido en unos de los principales focos de atención por la reacción de Estados Unidos ante un posible ataque del país chino por tomar esta isla autónoma.
Japón, anfitrión de la cumbre del G7, que se llevará a cabo este fin de semana donde se espera que China tome la iniciativa en esta agenda cumbre, ha revalorizado el papel del Estado nipón como pieza clave en la construcción de la estabilidad regional. Además, ha originado que la preocupación de Japón crezca por la posición que ha tomado la seguridad de Taiwán ante un Pekín cada vez más beligerante.
La guerra en Ucrania y un Indo-Pacífico cada vez más volátil han colocado a Japón en una «posición crucial en la alineación de poderes», explicó Yoko Iwama, profesora de relaciones internacionales en el Instituto Nacional de Posgrado en Estudios Políticos.
«Somos el eje de la red de las alianzas y asociaciones que EE.UU. tiene en la región, y creo que los estadounidenses son conscientes de eso», afirmó.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, denominó como ¨nuevo capítulo¨ a la regularización de las relaciones diplomáticas entre Japón y Corea del Sur.
Así mismo, continuando con estas visitas en busca de alianzas, se ha reunido con el primer ministro de India, Narendra Modi. Además, viajo a Ucrania, donde se comprometió a aportar US$30 millones en ayuda militar no letal.
Japón ha anunciado su mayor rearme luego de la II Guerra mundial, demostrando que pueden estar a la altura de cualquier conflicto bélico que pueda ocurrir ante los ataques de Pekín por la isla de Okinawa.
Este nuevo proceso de armamiento se da bajo el mandato de Fumio Kishida donde se ha comprometido y espera duplicar el gasto militar para el 2017 convirtiéndose así en el tercer presupuesto más alto destinado a una defensa militar en todo el mundo.
Toda esta inversión que vienen preparando Japón se da con la necesidad de demostrar una independencia de cualquier país para su defensa y apoyar a su aliado más cercano, que es Estados Unidos.
Japón se encuentra muy cerca de lo que podría ser el inicio de la guerra entre China y Taiwán por lo que podría verse sumergido en este conflicto. Es por ello que a principios de este año se trasladaron aquí unos 600 militares con la capacidad de lanzar misiles antibuque por tierra y aire en el mar de China Oriental.
«Geográficamente hablando, estamos muy cerca de Taiwán y el sudeste asiático, tenemos una sensación de crisis», advirtió Yoshitaka Nakayama, alcalde de Ishigaki.
Esta isla está a una hora de vuelo desde la base aérea de Naha y es un pintoresco paraíso conocido por la pesca y la agricultura. El paisaje está lleno de arenas blancas y aguas cristalinas que ha servido de atracción turística y aficionados al buceo. Además, fue protagonista de algunos sucesos militares del ejército de china. En abril, cuando el ejército de China ensayó un cerco de Taiwán, donde se detectó que portaaviones chinos estaban volando al sur de la isla de Miyako, según confirmó el Ministerio de Defensa de Japón.
Y cuando el año pasado, proyectiles aterrizaron a menos de 100 kilómetros de la isla japonesa más occidental de Yonaguni cuando China demostró su rechazo ante la expresidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi a Taiwán.
Ishigaki también alberga ahora la nueva base militar de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, donde los militares resguardan la entrada mientras los granjeros cultivan los campos que la rodean
Nakayama alega que necesitan protegerse: «Los buques chinos patrullan muy cerca. El equipo de lanzamisiles que tenemos es para defendernos. Es para protegernos en caso de que haya aviones o barcos que quieran atacarnos. Nosotros no estamos buscando la guerra».
La invasión de Rusia a Ucrania ha incrementado la tensión ante un posible ataque chino y con esto despierta la defensa de Estados Unidos, planteándose distintos sucesos que puedan ocurrir al otro lado del mundo.
«El tipo de líder: Vladímir Putin y Xi Jinping. Pero también el reclamo de que un territorio que está gobernado por otro te pertenece», afirmó. «La gente ve eso y tiene miedo de que pueda pasar aquí», afirma el profesor Iwama. Agrega que ver cómo se bombardean extensos territorios de Ucrania le trae recuerdos de la Segunda Guerra Mundial.
Recordando que este hecho ya se produjo hace ochenta años entre Estados Unidos y Japón, donde Okinawa fue el centro de todo este conflicto. Los pobladores del lugar se encuentran molestos ante una nueva guerra que pueda ocurrir, es por ello que todas las semanas se juntan para protestar frente a las bases militares, esperando que Okinawa no se vuelva a convertir en un nuevo campo de batalla.
Setsuko Yamazato, de 85 años, es uno de ellos que perdió a cuatro familiares durante la Segunda Guerra Mundial. «Lo primero que me vino a la mente fue, ‘otra vez no'», afirmó cuando vio que se estaba construyendo una base militar en Ishigaki
«Nos hemos nutrido de la naturaleza y la cultura de esta isla. No quiero que eso lo destruya o nos lo robe la guerra», sentenció.