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MANOS Y PIES, DE SANTIAGO QUISPE

Por Marco Antonio Panduro / Autor de Apuntes perdidos (2020), Los amantes de mi abuelo (2023) y Nunca antes y nunca después (2024).

Diplomas y cartones pueden decir mucho sobre la personalidad de un individuo. Para el caso de quien nos convoca en estas líneas, su perfil más antiguo y conocido es el de ingeniero civil. Pero es solo una mitad, una parte de él. Para ver el rostro completo sería necesario fijarse en la otra mitad. Algo así como las dos caras de Jano. Este contrapuesto de lo que, en breve, venimos de introducir, o parte inusualmente complementaria, es el de tener en frente a un nouvel escritor, cuya ópera prima acaba de publicarse. Nos referimos a Santiago Quispe y sus Manos y pies (Barba Negra, 2025).

Dividido en dos piezas, «La muchacha de ropa ancha» y «Tantas veces Eleonor», dos relatos que componen el libro y que hacen un dispositivo narrativo experimental. Dos nouvelles, mejor dicho, que una da paso a la otra, con ligeras variaciones de nombres del protagonista principal y la reaparición de una musa. De hecho, que Manos y pies, se justifica por una obsesión fetiche. Por las manos de Diana, una de sus musas en la primera parte. «Martín miraba sus manos de artista, porque Diana pintaba estatuas. […]. Ella necesita mover las manos para captar ideas». Y como es suponible, lo siguiente corresponde a «Tantas veces Eleonor»: «Que el mundo sea recorrido a pie, a pie. El mundo hay que recorrerlo a pie. Hay que pisarlo. ¡Ay qué se yo de unos pies!». O hacia el final de este:

Rigoberto terminó de subir las gradas

se dirigió a la muchacha

se arrodilló ante ella

y

                                      le besó los pies

Contadas en tiempo lineal, ambos textos han salido de imprenta con un lenguaje tipo de telégrafo, acaso porque lo que se cuenta necesita de este tipo de comunicación, sin mayores revestimientos líricos, cargados de una narrativa de estilo minimalista, muy sintética, que transita entre lo distópico y lo fantástico, entre lo onírico y lo actual. Ambos mundos per se pintados desde lo surreal, «prostitutas con orejas de conejo y colitas de chancho». Un mundo bizarro, absurdo, cuyo escenario ficticio se siente nebuloso, indefinido, difuso, así se mencione la avenida Salaverry o la avenida Aviación como rutas de la Lima moderna.

Si bien el telón ficcional distópico de Manos y pies está más inclinado a lo Huxley que a lo Orwell, y su control y vigilancia soft. –El litio, la sertralina, elementos y componentes sedantes de las sociedades de hoy. «¿Qué es lo que tanto defendía la zona de la amabilidad?»–, el tema kafkiano es otra de sus herencias, porque hay crítica, aunque aquí con tonalidades humorísticas, la queja a la postmodernidad. Aquí una muestra:

—¿Qué harías si te piden un aumento’

—Les castigo con horas extras.

—¿Qué harías si te piden permiso para salir temprano?

—Les mando al cuarto de castigos.

Manos y pies (Barba Negra, 2025)

Así, también, es interesante y divertido el hecho de que Martín Quispe, protagonista del primer relato y suerte de alter ego del autor, sienta arritmia porque quiere él andar en sentido antihorario y no horario como los demás. «Esa afección del corazón se desarrolló durante los recreos de toda su vida por las vueltas en círculo, siguiendo el sentido de las manecillas del reloj, siguiendo el curso empedernido de los hombres. Se deformaron sus pasos y se deformó su corazón». O esta salida de la segunda pieza: «Ya era tarde, Eleonor, sexagenaria no tenía amnesia, pero sí migraña, sobre todo cuando se trataba de hacer memoria».

«La muchacha de ropa ancha», parte de algo bizarro, una tesis. Hay una burla al mundo académico, una mofa. Para ello, debe primero localizar a un escritor sin sin. Una tesis que le abrirá paso hacia el título de Letrado Capital, que no es otra cosa que humor con sarcasmo sobre los requerimientos infinitos para las carreras sin fin que estamos programados a creérnoslas. En otro guiño con ironía de la crítica de Kafka, en cuanto a su psique, resaltan las obsesiones del personaje. Una de ellas, por ejemplo, la fijación por la vestimenta de Miranda, su otra musa, por el dobladillo de su ropa, y la escritura del Tratado de la Cordura, otra de sus obsesiones.

El autor, Santiago Quispe, ha incorporado también corporatosos, opuestos a los “pendencieros” y diferentes a los “pordioseros”, un neologismo que es utilizado con carga de distancia para quienes sirven a la “Corporación”. Y si bien en ambos textos yace la crítica a los tiempos actuales, resulta más nítida para «Tantas veces Eleonor». Aquí la ruta de reposición del café es lo más importante. Aquí los lugares llevan nombres bizarros: Palacio del Viento o el Bar Chicherío de Fin del Tiempo. Nombres extraños y de fábula, Atabapila (sic), Puma y Lobo, para dos de sus personajes secundarios. Miranda ha vuelto a aparecer, y Rigoberto Quispe es un nuevo alter ego.

Como señalamos párrafos arriba, Manos y pies, de Santiago Quispe, encierra en dos relatos un mundo absurdo, bizarro, pero que no es tal, porque estas ficciones que creíamos solo aparecen en pesadillas, o al menos en sueños intranquilos, pero que por estos tiempos tienen más de verdaderas que hasta hace no mucho las divisábamos como improbables e irreales. Una suerte de feliz paranoia colectiva, inocua, que se diluye.

 

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Manos y pies, de Santiago Quispe, puede adquirirse en Casatomada Librería & Café en Avenida Petit Thouars 3506, San Isidro, Lima.