Por Mario Suárez Simich / Escritor, autor de El carnaval de los espíritus
En el Perú, el género policial se ha desarrollado y evolucionado de manera tardía en relación al resto de la narrativa hispanoamericana de este tipo. Una de las razones, entre otras, es que el modelo anglosajón era difícil de adaptar en realidad tan compleja como la de nuestro país, por ello su producción ha sido esporádica. Sin embargo, en las últimas décadas han ido apareciendo textos que van sentando las bases para lo que será “el policial peruano” y la crítica ya esboza una sistematización para esta producción, como Caso Abierto (La novela policial peruana entre los siglos XX y XXI), Alejando Susti y José Güich Rodríguez.
Adalmiro y la Valquiria, (Barba Negra, Lima, 2023, 132 págs.), de Miguel Ángel Rodríguez Sosa, es buena muestra del último avance de lo policial en nuestra narrativa. Y no sólo de lo detectivesco, esta novela es también histórica, ambientada en la década del 60 del siglo pasado y basado en un crimen que remeció a la “sociedad limeña” por estar implicados personas de la élite social de Lima de entonces. Como en sus novelas históricas, El Arriero de Tarapacá, por ejemplo, Rodríguez Sosa opta tomar distancia en el tiempo para subrayar los errores del pasado que halla en el presente, como un ejercicio de memoria; en lo policial, esa distancia le permite “resolver el caso” al margen de las presiones de la época, apoyado en una sólida verosimilitud en la que se interrelacionan varias hipótesis que están relacionadas y a la vez trascienden del crimen y le dan “sentido”.
Por otro lado, el autor cumple a cabalidad con esa tradición del policial que obliga a un sólido diseño del personaje principal, el detective, (base para nuevas entregas/casos) y Adalmiro Sifuentes está certeramente perfilado dentro de su tiempo. Así mismo, cumple con eficiencia con las servidumbres que impone el género como el de una prosa fluida, una estructura accesible que permita al lector seguir y “vigilar” al narrador en las pesquisas de los detectives. Por otro lado, como novela histórica, el autor aprovecha el crimen que Adalmiro y Fermín investigan para ofrecer al lector esos hechos que trascienden el asesinato y que están más cerca del espionaje y las intrigas políticas y económicas del momento, lo que aporta una mayor perspectiva a lo policial. Esto, hecho con una habilidad narrativa de manera que un género no interfiere con el otro y más bien logran una armonía.
De esta manera, la muerte del “Condesito”, presunto amante de la homicida, a causa de los disparos hechos por la “rubia” Sigrid Schmid y la sospechosa actitud frente a lo ocurrido por parte del marido de ésta, lo que la prensa sensacionalista va a llamar “El crimen de Corpac”, va a seguir la pesquisa clásica de la narrativa policial, pero se va a proyectar más allá de ella. Habituales reuniones clandestinas de ex miembros del partido nazi en casa del padre de Sigrid, nos lleva a los refugiados del Tercer Reich en el Perú gracias a la organización y la red tejida por ODESSA; no solo eso, también a los negocios turbios a los que se dedican, como la falsificación de moneda, tráfico de armas o narcotráfico, con la protección del aparato financiero y del estado. El señor Schmid es, además, informante de la CIA, lo que adentra la trama en el mundo del espionaje.
Planteado así, el crimen es solo la punta del iceberg, la historia que engancha al lector. Pero bajo esa punta subyacen, en el pasado y el presente, el juego de ilegítimos intereses sostenido por la corrupción de algunos grupos de poder. Podemos decir que el mérito principal de Miguel Ángel Rodríguez Sosa, en su novela Adalmiro y la Valquiria, es la de haber fundido la novela policial y la histórica con singular acierto; una estructura narrativa que adapta con eficacia el modelo anglosajón a nuestra realidad e ir tomando características propias, y este acierto es a la vez una propuesta para el policial peruano. Si es aficionado al género, no deje de leerla.
Sobre el autor
El escritor Mario Suárez Simich estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Derecho en la Universidad San Martín de Porras. Entre sus libros publicados se encuentran El paraíso del arcángel San Miguel, El tiempo que muere en nuestros brazos y su reciente novela El carnaval de los espíritus.