Reflexiones sobre el malestar social violento en Puno

In Miguel Ángel Rodríguez, Opinión
enero 08, 2023
Por Claudio Bravano

Para tratar de entender la realidad de Puno en estos días, donde se presenta una marea de protestas sociales masivas que comprometen la gobernabilidad y la seguridad en la región, es preciso ubicar a Puno en su contexto regional del sur andino del Perú.

La población total (estimada por el INEI para el 2022) de las siete regiones comprendidas suma 5.962.369, menos de la quinta parte de la población total del Perú. Se trata de regiones con asentamiento demográfico ligeramente por encima del promedio nacional. Esto es, con amplios espacios no poblados y que sin embargo son regiones expulsoras de población.

Según el INEI con cifras censales de 1993, en el sur del Perú los principales desplazamientos migratorios a Arequipa provenían de Cusco y Puno, estos últimos que representaban al 32% de migrantes a la ciudad. El 38% de los inmigrantes a Tacna procedía de Puno. Moquegua registraba también una mayor inmigración procedente de Puno.

Para el 2017 Tacna y Arequipa presentaban la mayor tasa de inmigración neta a nivel nacional, solo precedida por Madre de Dios. Lima ocupaba el cuarto lugar. Los notorios flujos de emigración registrados en 1993 desde Puno, Cusco, Apurímac y Ayacucho, por ejemplo, se habían atenuado para el 2007 y muy significativamente para el 2017.

Estos datos deben ser analizados examinando la correlación entre la tasa de migración interna neta, El IDH (Índice de Desarrollo Humano) y la pobreza a nivel regional (departamental). El cálculo presenta una alta correlación negativa el 2017, lo que se interpreta como que las regiones con menores IDH y mayores niveles de pobreza registran las mayores tasas negativas de migración.

La figura siguiente proporcionada por el INE (2022) muestra la evolución de las regiones con expulsión o atracción poblacional en los censos de 1993, 2007 y 2017:

Esa imagen permite apreciar que las regiones de Huancavelica, Ayacucho y Apurímac eran altas expulsoras de población en 1993, que el 2007 lo eran Huancavelica y Apurímac, no así Ayacucho que pasó a ser baja expulsora (según parece por retorno demográfico después de la derrota de la subversión armada); y que el 2017 de esas solo Huancavelica se mostraba como alta expulsora de población, Ayacucho y Apurimac junto a Cusco se manifestaban como bajas expulsoras de población.

Pero en el decenio 2007-2017 se produce un cambio demográfico muy significativo y dramático en el sur del Perú. La región Puno, que en 1993 y 2007 registraba ser baja expulsora de población se convierte en alta expulsora y en paralelo las regiones Arequipa y Moquegua, que se habían mostrado bajas atractoras de población hasta el 2007, el 2017 registran haberse convertido en altas atractoras de población, que ya lo era Tacna. Es claro pues que en el decenio 2007-2017 se ha producido un trasvase demográfico notable desde Puno hacia Arequipa y Moquegua, como antes a Tacna. ¿Por qué acontece?

El INEI registra (el 2022) que el año 2017 el porcentaje de población de 25 años a más con alto nivel educativo que emigra desde Puno es la mitad del producido con registro al 2007 (-0,5 en 2017 y -1,0 en 2007). Asimismo, que del 2007 al 2017 aumenta la intensidad migratoria de población con lengua materna (aprendida en la infancia) Quechua y Aymara.

Esto parece indicar que hubo antes del 2007 mayor emigración desde Puno hacia regiones colindantes, que entre ese año y el 2017. Se trataría de individuos jóvenes con alto nivel educativo que emigran con expectativas de mejorar su calidad de vida accediendo a oportunidades que no encontraban en su región de origen. A este año 2023 deben de ser adultos con edades próximas a los  40 años, precisamente los más activos social y políticamente.

Cabe señalar además que esa migración implantó en Arequipa, Moquegua y Tana características culturales propiamente puneñas que fueron incorporadas en la cultura de aquellas regiones de acogida. Una oportunidad para la presencia Aymara en el sur del Perú que no se registraba en siglos.

Por otro lado, la data del INEI señala que en Puno desde el 2007 al 2017 hay una tendencia a la permanencia en la región de población adulta mayor y de población joven con menor nivel educativo. Esto se explicaría considerando que los mayores se encuentran establecidos en las estructuras sociales y económicas regionales, en tanto que los menores con bajo nivel educativo –posiblemente pobladores principalmente rurales y sujetos al manejo de recursos de la tierra: agro y pastoreo– tienen a permanecer también en la región. Lo que sugiere que la mayor parte de los emigrantes de Puno hacia regiones adyacentes como Tacna, Moquegua y Arequipa son población joven con nivel educativo más elevado y hábiles para insertarse en las economías y circuitos comerciales de la regiones de acogida. De hecho, los emprendimientos de migrantes puneños en Tacna, Moquegua y Arequipa se muestran en el crecimiento de edificaciones de nuevas áreas urbanas y en distintos emprendimientos económicos que son en buena medida florecientes.

No huelga la cuestión de por qué migrantes de Puno, sobre todo con lengua materna Aymara, no han migrado significativamente hacia Cusco, Apurímac o Ayacucho. Probablemente la explicación del fenómeno tenga que ver con la “frontera cultural” ancestral poco empática entre poblaciones de raíz Aymara y nativos de estas otras regiones.

El hecho actual que llama la atención respecto del clima de protestas y “medidas de fuerza” de días recientes en Arequipa, Moquegua y Tacna es que buena proporción de los actores movilizados son procedentes de primera o de segunda generación desde Puno, y que existe la alta probabilidad de que conserven rasgos de identidad propia de su región y de su grupo étnico de origen, que se manifiestan actualmente como correlato en los espacios regionales donde se han asentado.

Los pobladores de Arequipa, Moquegua y Tacna con antecedente puneño son notorios en las “movilizaciones” y “protestas” en estas tres regiones del sur peruano adyacentes al litoral marino del Pacífico. ¿Es solo señal de identidad o es parte de un proyecto político extra-nacional Aymara (o “plurinacional”) que pretende instrumentarlos para sus fines disociadores? Es una cuestión abierta para el análisis.