Por Miguel Ángel Rodríguez Sosa
El 2 de julio de 1992 era un jueves de pleno verano en Badalona, la pequeña ciudad costera del Mediterráneo cercana a Barcelona. La temperatura alcanzaría esa mañana los 28 grados pero los espacios interiores del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol, que guardaban bien del calor albergaban también los dramas humanos de los pacientes. Unos muy graves, ya en el trance de abandonar el resuello, yacían en compañía de algún familiar. A las 7 y media José Monge Cruz hundió las uñas en la mano que aferraba la suya, en un espasmo, y cesó de respirar.
Había muerto el único cantante en idioma español que alcanzara en los tiempos contemporáneos la estatura universal y audiencia multitudinaria de los vocalistas de música popular moderna (por así llamarla) como otros llamados Reginald Kenneth Dwigh, Gordon Matthew Thomas Sumner, Leonard Norman Cohen Klonitsky, Michael Philip Jagger y James Paul McCartney, quienes reconocieron y celebraron su talento. Nadie lo recordará por su nombre verdadero sino como Camarón, el mejor cantaor de flamenco de la segunda mitad del siglo XX y una estrella de renombre mundial.
Nacido en diciembre de 1950, en una familia muy pobre en el lado más pobre de la localidad gaditana de San Fernando, el barrio de Las Callejuelas, conocido como La Isla, Andalucía; penúltimo de ocho hermanos paridos por Juana Cruz Castro, gitana morena y cantaora de quien el niño aprendió su arte, y de Juan Luis Monge, operario de fragua en la industria astillera de la zona, quien murió cuando José tenía apenas ocho años.
José era un gitanito flaco y curiosamente rubio, bonito él, que empezó a cantar a los siete en tabernas y en la estación del tranvía de San Fernando aportando unas monedas al sustento familiar. Un año después ya cantaba en la afamada Venta de Vargas, visitada por las excelencias del flamenco andaluz y había cumplido los doce al ganar el primer premio del concurso de flamenco del Festival de Montilla, en Córdoba. Fue entonces que un tío suyo, al verlo tan delgado y rosadito lo apodó “Camarón” y pasó a ser llamado en el ambiente del flamenco gitano: Camarón el de La Isla.
En adelante pasearía su arte en compañía de buenos tonadilleros, hasta que en 1966, luego de ganar el primer premio en el Festival del Cante Jondo de Mairena del Alcor se trasladó a Madrid y allí, por 12 años, permanecería como artista estable en el Tablao de Torres Bermejas, donde conoce y hace buenas migas con Francisco Sánchez Gómez, tres años mayor que él, quien ya era eximio guitarrista de flamenco y conocido como Paco el de la Lucía (su madre), Paco de Lucía para el público. Una amistad que se fortaleció con el tiempo en actuaciones conjuntas, que se perdió años después y fue recuperada otra vez en Madrid cuando el buen Paco visitó a José en el cuarto de hotel donde ambos se albergaban por separado, tocó la puerta que fue abierta, se miraron a los ojos y Paco dijo con dulzura: “¿Qué haces aquí, maricón?”, “¡Maricón tú!”, fue la respuesta que anudó de nuevo la relación que nunca más se perdería.
En 1981 José y Paco grabaron la mítica canción “Como el agua”, una oda al amor romántico de quienes ya habían usado para el mismo fin poesía de Federico García Lorca. “(…) Como el agua / Ay, como el agua / Como el agua // Como el agua clara / Que ha baja’ del monte / Y así quiero verte / De día y de noche (…)” (ver en: https://www.youtube.com/watch?v=3KZyy8Oc1QA), con letra de Pepe de Lucía, hermano de Paco. Era un tiempo de transición en España y también aquél en que el flamenco tradicional de bulerías, fandangos y tonadas por seguidillas era embestido por la música moderna con influencias de rock, del pop, del jazz y cuanto había en esa época floreciente (otros dicen que decadente).
José era un hombre de su tiempo y sucumbió a las nuevas formas, como también por buen tiempo a la heroína que hacía estragos en la juventud de entonces. Hasta cambió de apariencia por una más parecida a la de los vocalistas modernos, pero nunca abandonó la esencia gitana de su arte y el duende inspirador que lo poseía al cantar con los ojos entrecerrados con el desgarro brotando del pecho y al calor de las copas de licor que eran con frecuencia de ron Carta Blanca, de Bacardi, que aclaraban su garganta y movían al duende que se expresaba desde los labios. «Que no es posible cantar flamenco sin unas copas adentro -decía Camarón- como que es mejor hacerlo de noche o en las madrugadas y no a cualquiera hora de una tarde». Duende, desgarro y garganta templada por unas copas son, sin duda, requisitos del buen desempeño de cualquier cantaor o cantaora del flamenco, como lo saben bien La Caita o la Paquera de Jerez, por mencionar algunos nombres.
José alcanzó la gran fama, más allá de las tabernas y los tablaos cuando, como había predicho, el flamenco dejaría de ser una tradición musical transmitida de boca en boca para correr en las vías de la discografía. Ocurrió así y su consagración internacional se produjo cuando en mayo de 1987 actuó tres días seguidos en el Cirque d’Hiver de París con un éxito absoluto, como ídolo de multitudes que no se comunicaban en español pero que entendieron el mensaje del alma del cantaor. Su fama se consolidaría en 1991 cuando actúa en el Monteaux Jazz Festival, escenario reservado a estrellas de renombre mundial, y hubo por entonces una exitosa presentación en Nueva York.
Desde 1980 asociado con el guitarrista también gitano José Fernández Torres, conocido como “Tomatito”, José rinde su vertiente más innovadora del flamenco con el disco “La leyenda del tiempo” que configuró una auténtica revolución en el cante jondo incluyendo sonoridades de jazz y rock. De ahí resalta el tema “Soy gitano”, compuesta en parte por Tomatito y completada por Camarón: “Ya no puedo aguantarme / Y ni vivir de esa manera / Porque yo no puedo / Porque yo no quiero ni aún que Dios lo quiera / Porque ya no puedo ay porque yo puedo ay / Porque yo no puedo vivir sin ella // Soy gitano y vengo a tu casamiento / A partirme la camisa, la camisita que tengo / Yo soy gitano y vengo a tu casamiento / A partirme la camisa que la tiñieron (…)” (ver en: https://www.youtube.com/watch?v=1LO0ac6ynGs). Un dechado de pasión gitana.
En 1992 José realizaría su último concierto en el Colegio Mayor San Juan Evangelista la noche del 25 de enero, y grabaría su último disco inconcluso “Potro de rabia y miel” con las guitarras de Paco de Lucía y Tomatito. Diagnosticado de cáncer pulmonar, a los 41 años de edad José transitó a la posteridad como el incomparable Camarón, antes Camarón de La Isla, prodigio del flamenco gitano y estrella mundial de la música moderna en español.