
Las cómplices redes sociales me llevaron a conocer a un joven músico que se llama a sí mismo Nox o No recomendable, dando un video comentario poderoso y apasionado al prólogo que escribí de una novela de Julio Benavides Parra, editor sanmarquino tanto como querido amigo. He de confesar que no era, precisamente, un prólogo para hacer amigos o aliados, dada mi honda desilusión por los peruanos, su nulo apego a normas mínimas de convivencia pacífica y de respeto por el prójimo, algo así como un Zavalita llevado al extremo: el Perú está jodido porque los peruanos lo joden. Por eso, me sorprendió mucho que mi prólogo haya tenido tan buen comentario de un artista con su deseo de libertad y el cultivo de sus dotes. Las redes –otra vez– nos pusieron rápidamente en contacto y me permitieron conocer más del autor y su novela, Regulación a la baja, que con este texto prologamos en su segunda edición.
Nox no escatima esfuerzos ni talentos cuando se trata de escribir con desparpajo hasta, cómo no, también con insolencia creativa. Son elementos que se extrañan en la narrativa reciente de nuestros días en este páramo de hermosas tierras y risueñas playas, donde tanto mueren peruanos casi sin notarlo, víctimas de sicarios, accidentes o huaicos. Con el riff incesante y el acorde frenético propios del músico de rock, Nox nos ofrece con Regulación a la baja velocidad sin límites por las avenidas de su prosa, un atropello incesante de las palabras, matizadas con el debido desorden y el sexo introspectivo de quien se analiza a sí mismo mientras fornica. Las reflexiones personales se suceden en la novela entre los lances amatorios, tanto como en la desilusión, la corrupción, las drogas, el alcohol, las debilidades, angustias y mordazas de los jóvenes de entre dos siglos, perdidos en los bajos fondos, tratando de observar, no sin cierta aprehensión, lo negro del blanco y lo desagradable de lo agradable.
Nox nos lleva al centro mismo de las gentes que malviven en los márgenes con su novela. Desde su descaro y crudeza, nuestro autor busca crear un vínculo íntimo entre el lector y la historia, con un apego obsesivo por la realidad de escaras y sombras del ambiente en el que vive y del que forma parte. En Regulación a la baja todas las vicisitudes están en alta: la soledad, la falta de amor, la cotidianidad de la muerte, situaciones que todas las personas vivimos alguna vez y que nos hacen sentir que siempre estamos peleando contra las circunstancias. Su novela hiela cuando se lee, se adentra en cierto salvajismo escritural, donde lo gutural se expresa sin miramientos.
Tanta desfachatez –que es sana para la literatura urgente y urgida como una nena caliente– nos lleva a preguntarnos: ¿Es Nox un cínico? El cinismo es constitutivo del realismo sucio que exuda su novela. Tengo presente que, más allá de su reducción a una postura impotente y pasiva, el cinismo se elabora como una actitud existencial desafiante al cierre de lo político, exigiendo al mismo tiempo otra relación con la política misma, que no es otra que abordarla, fornicarla y abandonarla, antes que ella haga eso con nosotros. Explorando el cinismo y el realismo sucio como crítica a la sociedad peruana actual, se establece la relación entre el valor y el cuerpo. Se defiende la necesidad de la crítica de la política por su sola existencia mentirosa, falaz, inescrupulosa; como también, el desdén y hasta la rabia por la perpetua ingenuidad de quienes ponen a los políticos en curules y sillones presidenciales, una y otra vez vomitados al mal, y del nuevo pensamiento sobre la cuestión política de la vida: que decidir siempre por el peor, el más corrupto o mentiroso es, estamos en condiciones de afirmarlo, deliberado. Por lo tanto, el realismo sucio y el cinismo por banderas en Negociación a la baja no son sólo una reacción al presente sino también una apertura hacia el inquietante futuro.
El realismo sucio de Nox combate fuego con fuego. Ante el flujo incontrolable de eventos que nos acontecen y que padecemos, Nox responde con una torrentera de palabras que en cada renglón nos interpela, nos seduce o nos combate, todo al mismo tiempo. La literatura, para el realismo sucio de Regulación a la baja, se vuelve el vehículo de conservar y narrar la experiencia de la catástrofe y los despojos que deja. Pero Nox vuelve su cinismo como una postura desafiante: la actitud cínica es síntoma, en el sentido lacaniano, del agotamiento de la convivencia moderna; y así, abre la posibilidad de pensar la relación con el otro de una inédita y violenta manera. El ideal de la convivencia, entonces, es: no te metas conmigo o te enfrío. El cinismo que reverbera en la novela que prologamos puede ser una afirmación de la convivencia contemporánea y es, a la vez, el rechazo de cualquier aparejamiento con el prójimo.
En Regulación a la baja Lima aparece como una ciudad en constante caos, una urbe devastada por la miseria, el hambre, el desencanto, colmada de hombres y mujeres destruidos que buscan sobrevivir, día a día, sin mediar límites morales, éticos o religiosos. Sin embargo, la pobreza y la privación no conducen a nuestro protagonista a la tristeza o la destrucción, ni al suicidio, sino, muy por el contrario, a una actitud irónica y paródica donde el golpe de sexo y de música rockera transforma la ciudad en un verdadero carnaval, un cabaré de fragor que borra las huellas de la ciudad como espacio vigilado y controlado para ofrecer un reino del desorden. La miseria destruye todo y a todos, por dentro y por fuera. Ésta es la etapa del sálvese quien pueda. Se busca – y así lo muestra la novela que prologamos – romper la convención moral y ética a raíz de una miseria lacerante, con el cinismo como discurso.
Con el sexo descrito a lo largo de la novela, ya no se trata de escapar, sino de sobrevivir. Los instintos primarios de comer y de mantener las relaciones sexuales, o sea, las gratificaciones instantáneas, se convierten en el enfoque principal y único de la realidad como el puro placer temporal o el sustituto de la comida. La función del sexo aquí no es producir nueva vida. Nuestro protagonista no practica sexo para reproducirse o crear vida, sino porque el sexo es la única manera de sustituir la apatía que busca devorarlo y convertirlo en un oficinista de ocho a cinco. El sexo en Regulación a la baja es la única manera de satisfacer, o tal vez, gratificar las necesidades corporales. Romperlo todo para vivir, ésa es la consigna.
Para Nox, la literatura se puede abrir al momento vertiginoso que su texto marca como “resistencia”. Resistencia como el lugar desde el cual se expone la fisura y la ruptura entre la política y la existencia. Su novela alude a algo que escapa, que se abrir hacia la perseverancia – otra forma de resistencia, también cínica – en el momento del agotamiento de la política; que no quiere – y es lo justo – ofrecer respuestas a nadie. Perseverancia en esta obra es el mandato del deseo y la pulsión como la única posibilidad de seguir resistiendo. ¿Resistiendo, hacia dónde? Hacia el futuro incalculable, desconocido, un día, incluso, sin miedo o brizna de cinismo. No es mucho, sin embargo, quizá sea lo único que quede: esa siniestra certeza por la que todos los escritores estamos condenados a la maldición de conocer todos los finales.